lunes, 20 de junio de 2011

2012: ¿y si los mayas tenían razón?

Vivimos, en la actualidad, tiempos convulsos y muy difíciles. Países al borde de la bancarrota, pueblos en pie de guerra contra la clase rica y la clase política. Europa cada vez está más cerca de un callejón sin salida y hace unos días leí un artículo que decía que la economía estadounidense está peor que la griega.

Cuando empezó "todo esto de la crisis" no me preocupé mucho, pensando que esto sería sólo cuestión de tiempo salir de la mala racha. A medida que el tiempo pasaba, las cosas empeoraban en España, pero seguía estando tranquilo, parecía que los países de alrededor estaban bien y que eso nos ayudaría a aguantarnos y a salir. Pero ahora comienzo a tener la sensación que todo se va al carajo. Que Estados Unidos no se va a recuperar y que Europa va camino de la bancarrota colectiva. No entiendo mucho de economía, menos de macroeconomía y mucho menos de política, pero como ciudadano de a pie tengo la sensación de que nos estamos metiendo en un callejón sin salida. Que la estructura y funcionamiento actual de nuestra sociedad está caduca y necesita un cambio de aire fresco. Que todo se ha saturado y necesita un pequeño o gran cambio para mejorar.

Leo que Grecia necesita y quiere salir del euro, que España necesita empobrecerse para poder resurgir y mejorar en los próximos años y no puedo más que escandalizarme del futuro que nos puede venir.

Y con todo este panorama una pregunta ha venido a mi cabeza: ¿y si los mayas tenían razón? ¿y si estaban en lo cierto en que en el 2012 llegaría el fin del mundo, pero no como siempre nos hemos imaginado nosotros? En la gran mayoría de las películas catastrofistas estadounidenses hay una frase que se repite continuamente: "El mundo tal y como lo conocemos dejará de existir". ¿y si era esto lo que nos querían decir los mayas? La tierra no explotará, ni se inundará, ni caerá un meteorito, ni se morirá más de la mitad de la población, simplemente el mundo actual cambiará, la sociedad debe cambiar, la forma en la que vivimos, la forma en la que vemos las cosas.

Igual estoy un poco paranoico, lo sé, pero es que toda la actualidad que nos rodea difícilmente puede llevar a otra parte. Mejor desconectemos.

miércoles, 1 de junio de 2011

Cien días de holandés

Normalmente, cuando alguien llega al poder, se le suele dar un período de gracia de 100 días antes de valorar su trabajo en el nuevo puesto. El pasado 25 de abril hizo 100 días que llegamos a Holanda, así que haciendo caso al mismo período de gracia, a pesar de no haber llegado a ningún poder, pasaré a evaluar estos primeros 100 días de holandeses.

Fue el 15 de Febrero cuando nos despertamos por primera vez en nuestro nuevo piso de Haarlem. Habíamos llegado sólo con nuestro coche, nuestras cosas, muchas ganas de aventura y la incertidumbre de cómo nos irían las cosas. Nos enfrentábamos al nuevo reto que nos suponía un nuevo país, una cultura y costumbres diferentes y un idioma completamente diferente.

100 días después todavía este nuevo país nos supone un reto, nos seguimos adaptando a la cultura y costumbres y el idioma... bueno es el mayor de los retos, pero hemos sufrido una transformación curiosa. Cuando llegamos aquí a mí me daba la sensación que los carteles no tenían escrito nada. Veía letras juntas sin ningún sentido, como si alguien las hubiese tecleado al azar. Escuchaba a la gente y me sonaba todo igual, como si se estuviesen inventando las palabras. Típico juego de niños. 100 días después, los carteles tienen sentido. La mayoría no los entiendo, pero veo palabras, veo frases, les veo sentido. Escucho a la gente e identifico que están hablando holandés, a pesar de no entender el 99,99% de sus palabras. Aún así no puedo evitar la sensación de impotencia y frustración que provoca el no tener inmersión lingüística. Algún día aprenderemos holandés, aunque ya sé cosas sueltas como los días de la semana, los números o algunas palabrejas.

Respecto el inglés, nuestro principal objetivo aquí... Siento envidia, mucha envidia sana. Prácticamente te puedes mover por cualquier sitio con el inglés. Todo el mundo lo habla, mejor o peor, pero lo habla. De ahí que no haya la necesidad de aprender holandés, no lo necesitas. He conocido gente que lleva viviendo en holanda 4-6 años y no saben holandés todavía. Aquí el inglés es como un segundo idioma. No doblan las películas, ni las series, ni los programas de TV.

Sólo con el inglés el abanico de ofertas de trabajo es importante. No necesitas aprender holandés para encontrar trabajo y acceder a una importante oferta. Hay mucha empresa internacional o mucha empresa donde el inglés es el idioma oficial. Yo mismo trabajo en Online.nl, una empresa holandesa donde el idioma oficial es el inglés. Franceses, turcos, búlgaros, holandeses, ingleses, neozelandeses,... aquí hay gente de casi todos los países y todos hablando inglés. Se nota que vengo de un país donde el inglés es una asignatura más, después de un mes aquí y todavía me está costando la adaptación lingüística. Mes y medio después y comienzo a entender a mi jefe de Manchester cuando me habla, a pesar que todavía me cuesta hablar. Todavía la falta de confianza en mi inglés y en la posibilidad de no ser capaz de seguir la conversación impiden que pueda expresarme con la fluidez que me gustaría.

Y la pregunta del millón, la que hace todo el mundo ¿y qué echas en falta? Obviamente, se echan en falta muchas cosas. El clima, que aquí no sólo es muy fresco, sino muy inestable y nunca te puedes fiar de que en cualquier momento refresque, se levante viento o, incluso, llueva. La comida, ya que aquí no es una cultura que se caracterice por su gastronomía y su variedad culinaria. La gente, siempre se echa en falta el tener gente con la que poder hablar, salir a tomar unas cervezas o ir a cenar. Pero sobre todo echo en falta la Rambla del Poblenou, un lugar donde da igual el día y, casi, la hora, puedes salir a dar una vuelta que siempre encontrarás vida, sitios abiertos y gente paseando. De momento, es una de las cosas más raras de adaptarse, que a partir de las 18.00 y los domingos esto sea una ciudad fantasma.

En resumen y después de 100 días puedo decir que este es un país en el que, invierno mediante (ya veremos cómo nos va), creo que podría quedarme a vivir sin problemas, a pesar de tener claro que aquí estoy para un único objetivo y que el día que lo consiga me vuelvo.

Otro día hablaré del abismo profesional entre ambos países.