El pasado 16 de Febrero hizo dos años que nos despertábamos por primera vez en Haarlem. Dos años desde que empezábamos nuestra aventura, desde que decidimos ser immigrantes.
Prometí a mucha gente que iría actualizando este blog con nuestra "aventura" para tener un seguimiento de cómo nos iba y así, de alguna forma, estar conectados. No lo hice y lo intentaré compensar ahora con un resumen de lo que fue la experiencia, ahora que estamos de bi-aniversario.
Llegas a otro país, con una cultura diferente, con un idioma diferente y unas costumbres diferentes. Tienes que aprenderlo todo y, lo más importante, sales de tu zona de confort formada por tu piso, tu cuidad, tu familia y tus amigos.
Tu vida empieza (casi) desde cero y tienes que volver a empezar. El concepto de esfuerzo y lucha adquiere otra dimensión y las cosas más tontas e insignificantes se convierten en complicadas. Cuando estás fuera luchas y te esfuerzas por hacerte entender, por adaptarte a la gastronomía, a los horarios, a las costumbres,... A tantas cosas que en nuestra zona de confort no tenemos ni de que preocuparnos.
Es una experiencia muy enriquecedora que te hace ver la vida desde otro punto de vista y te abre los ojos dándote cuenta lo cómodos que estamos en nuestras vidas, rodeados de los nuestros. Eres inmigrante y, también, comienzas a entender, un poquito, a aquellos inmigrantes que se encierran en sus culturas, a pesar de estar en España, porque tú también eres inmigrante y te das cuenta que haces algo parecido. De la misma forma que te das cuenta que tú no vas a quitarle el puesto de trabajo a nadie, si no a buscar una oportunidad.
Ya ha pasado medio año desde que volvimos a casa y cada vez soy más consciente de que fue una de las más importantes y mejores decisiones que he tomado en mi vida. Tanto que el día que decidimos volver, sentí pena en acabar ese "viaje" y en cerrar esa etapa de mi vida.
Y la vuelta... sobre la vuelta a casa hablaré en otro post, que es casi o más interesante que la ida y en éste ya me he alargado demasiado ;-)