Tengo una vecina, a la que hace muchos años, se le murió su marido después de estar enfermo durante mucho tiempo. A las pocas semanas, los fines de semana se estaba marchando con las amigas a bailar. Seguro que mucha gente pensará que no tiene vergüenza o que es una falta de respeto a su marido o... Honestamente, no sé lo mucho o poco que pudo sufrir, ya que nunca hablé con ella del tema, pero dudo que no lo pasase mal y no sufriese. No creo que se tratase de una falta de respeto a la memoria de su marido, si no todo lo contrario. Ella hizo lo único que podía hacer en ese momento, seguir viviendo la vida. Se sobrepuso al varapalo y siguió con su vida.
Seguro que todos conocéis a alguna persona igual. Alguien que se ha encontrado en una situación adversa (muerte de un ser querido, pérdida de trabajo, separación,...) y consigue tirar adelante sin, aparentemente, excesivos problemas e, incluso algunas veces, con alegría. Hace muchos años que leí por primera vez la palabra resiliencia y me llamó mucho la atención. Primero, por la palabra en sí, es una de esas palabras curiosas que llaman la atención: resiliencia. Después por su significado: el arte o cualidad de superar cualquier situación, por adversa que ésta sea. Tal como avanzamos como sociedad parece complicado que un varapalo no tenga que hundirte. Parece que tenemos que hundirnos y no se acaba de ver normal que haya gente que siga con su vida normal después de según qué circunstancia. Incluso algunos lo ven mal.
Esta curiosidad me llevó hace unas semanas a realizar un taller on-line sobre resiliencia y, principalmente, las cualidades que hay que trabajar para llegar a ser una persona resiliente. Por que sí, la resiliencia, como cualquier otra habilidad, no es una cosa con la que se nace o no se tiene, si no que es algo que se puede trabajar y educar. Claro, hay que tener ganas de cambiar. Hay quien tiene la cualidad innata, hay quien tiene que trabajarla para tenerla. Y como dicen que la mejor forma de aprender algo nuevo es explicárselo a alguien, pues he pensado que qué mejor forma que escribirlo aquí en el blog para quien quiera leerlo.
Ser resiliente no significa pasar de todo. Ser resiliente significa que con toda tu pena, tristeza, sufrimiento (pon aquí cualquier otro sentimiento negativo) sepas gestionar esas emociones negativas de forma que seas capaz de tener una visión más global y seguir con la vida, superponiéndote a cualquier adversidad. Bueno, así que allá vamos con la lista de cualidades que podemos cultivar para poder ser una persona resiliente:
- Tener valores en la vida. O dicho de otra forma, tener un objetivo o algo por lo que luchar. Puede ser desde ser un buen profesional, a ser un buen marido/esposa, a educar a tus hijos, a disfrutar de tus nietos, a viajar,... cualquier cosa que marque tu camino. En caso de tenerlos, siempre tendrás algo por lo que luchar, por lo que seguir. Si no...
- El famoso mindfulness o conciencia plena, en castellano. En resumen, esto no es más que vivir conscientemente en el momento actual. Olvidarte del pasado, no pensar en el futuro y disfrutar el presente. Lo cual tiene muchas más connotaciones que simplemente la resiliencia.
- Tener actitud positiva y la gratitud. Es decir, siempre agradecer algo. Siempre hay algo que agradecer. El tener trabajo, el tener sueldo, el tener familia, el tener amigos, el que alguien te llame para tomar un café, el tener una casa donde vivir,... La gratitud no es más que centrarse en las cosas buenas que nos pasan, cuanto más gratitud practiquemos, más actitud positiva tendremos. La actitud positiva es mirar la parte buena de las cosas que, incluso en los peores momentos hay lados positivos y cosas que aprender. Un despido puede ser el fin del mundo o puede ser una nueva oportunidad para hacer cosas más grandes.
- Saber gestionar las emociones negativas. Las emociones negativas son normales tenerlas y, de hecho, debemos tenerlas. Es normal sentir tristeza, desesperación, angustia,... Lo que no es normal es que sean las emociones las que nos gobiernen a nosotros y, en consecuencia, sean las que decidan qué hacer con nuestra vida y cómo comportarnos.
- En contraposición a la gestión de las emociones negativas, hay que cultivar emociones positivas. Hay que cultivar emociones como la amabilidad, generosidad, conectar con otros, realizar actividades que nos hagan estar en flow,... Cuanto más cultivemos nuestras emociones positivas, más nos acostumbraremos y más aprenderemos a saber gestionar nuestras emociones negativas.
- Saber tomar correctas elecciones de vida terapéuticas, o dicho de otra forma, realizar ejercicio, dormir bien, llevar una dieta sana, pasar más tiempo en la naturaleza y no sólo en la ciudad, tener tiempo para el ocio o para la relajación. Desconozco el tema, pero parece ser que todo esto son rutinas que afectan al cerebro de tal forma que nos hace ser más positivos y felices.
- Y por último tener buenas relaciones. Ya sean relaciones de amistad que den soporte y a las que podamos escuchar, mentores, roles a los que seguir,... Relaciones que, de una forma u otra, nos aportan algo interesante y positivo. Y alejarnos de aquellas relaciones que sólo nos aportan negatividad y pesimismo y, por lo tanto, restan en nuestras vidas.
Ni soy psicólogo, ni tengo la intención de serlo. Como he comentado, sólo me he dedicado a plasmar aquí lo que aprendí en el curso.
Quiero ser recordado como esa persona que siempre sale airoso de cualquier situación riéndose de todo, hasta de mi propia sombra. Así que va siendo el momento de comenzar a poner en práctica alguna de estas cualidades.