Vivimos en una era en la que se podría decir que se ha democratizado la comunicación. Nunca antes tanta gente podía comunicar y opinar más allá de su círculo familiar y amistades más cercano. Sólo los profesionales tenían el lujo de poder hacer llegar sus opiniones a más gente. Tenemos Twitter, Facebook, blogs, Medium o incluso Instagram, WhatsApp o Telegram. Esto también aplica en el sentido contrario. Solo unos pocos minutos con mi móvil y puedo estar más informado de lo que me podría haber imaginado hace 10 ó 15 años. Pero, paradójicamente, esto se junta con el hecho de que en la época que más cantidad de información tenemos por segundo, más desinformados parecemos estar. Siempre me he preguntado si se trataba de una causalidad o de una simple correlación entre los dos hechos. Pero, según este estudio, parece que podría estar más cerca de la causalidad que de la correlación.
Partamos del hecho de que siempre vamos a ser manipulados en algún momento. Nosotros mismos nos manipulamos a nosotros, sin necesidad de ayuda externa, por cualquiera de los múltiples
sesgos cognitivos reconocidos. Simplemente con el
sesgo de confirmación ya estamos manipulándonos en aceptar solamente la información que confirma nuestras creencias y opiniones y rechazando cualquier otra información que las ponga en duda. ¿Qué más manipulación vamos a necesitar?
Pero que sepamos que tarde o temprano nos manipularán, porque no podemos controlar la fiabilidad de todas las fuentes de información, no significa que tengamos que ponerlo más fácil creyéndonos todo lo que llega a nuestros sentidos. Que algo confirme nuestra opinión, no significa que sea fiable y cierto. Que una información venga de una fuente de información tradicional (por ejemplo, periódicos o televisión) tampoco significa que sea fidedigno (
sesgo de autoridad).
Por eso tenemos que ir con mucho cuidado con qué noticias nos quedamos y qué nos creemos. Que algo sea tan atractivo que confirme lo que ya pensamos no tiene porque ser algo que nos tengamos que creer ciegamente. Tenemos que ser más exigentes con la información que asumimos e intentar ponérselo un poco más complicado a las "fake news".
Por ejemplo, intentemos no creernos las capturas de pantalla. Hoy en día es muy fácil manipular capturas de pantalla. Con un poco de conocimiento se hace en cuestión de minutos hacer ver que alguien ha escrito un tuit que nunca existió o un titular que nunca se escribió. Personalmente, nunca me creo de inicio cualquier noticia que me llega en formato de captura de pantalla. Cuando llega a mi ordenador o teléfono algo así una de las primeras cosas que hago es buscar la noticia real.
Otra cosa es buscar diferentes fuentes de información. Al final, detrás de los medios son personas las que escriben, con sus fobias, sus filias, sus manías, sus opiniones... Y eso se puede llegar a ver reflejado en la redacción final de las noticias. Buscando varias fuentes de información puede ayudarnos a confirmar la versión inicial o, por el contrario, encontrar ligeras diferencias en las versiones que nos pueden ayudar a formar una versión final. Pero para qué hacer ese esfuerzo si siempre es más bonito creernos todo aquello que confirma lo que ya pensamos por muy falso que sea, ¿no?
Hace poco mi profesor de alemán me comentaba que las noticias en Alemania, por lo general, suelen ser explicadas desde un punto muy objetivo, por lo que es bastante fiable leerlas desde cualquier fuente de información, excepto cuando son noticias relacionadas con los soviéticos. En ese caso, me explicaba, que suelen sesgar demasiada información intentando ir siempre en contra de todo lo soviético.
Finalmente, está el no cerrarnos nunca a opiniones contrarias. Sé que es muy difícil de creer y que a muchos os chirriará, pero en ocasiones podemos tener opiniones equivocadas. Sí, siento decíroslo, pero no poseemos la verdad absoluta y podemos estar equivocados. Abrirnos a opiniones contrarias nos ayuda a madurar. No pasa nada por cambiar de opinión (aunque sea algo muy poco aceptado) y, es más, es algo muy natural que nos puede ayudar a crecer intelectualmente. Por eso es importante abrirnos a que nos reten nuestras opiniones, nunca sabremos cuándo pueden convencernos y hacernos pensar de forma completamente diferente.
Cada uno puede usar las técnicas que le sean más oportunas, pero lo que sí que tenemos que luchar entre todos es en ser más exigentes con la información que absorbemos. Algo que está claro que no se está haciendo cuando las noticias falsas suelen tener una mayor viralidad que las verdaderas.
Se trata de estar informados, no de creernos la primera mierda que llega a nosotros.