miércoles, 21 de septiembre de 2016

Héroes anónimos

Pocas semanas antes de que falleciese (sin saber él que iba a fallecer), mi abuelo me explicó la historia de cómo su (mi) familia dejó su Andalucía natal para emigrar a Cataluña. No faltaba mucho tiempo para que se cumpliesen 50 años de su venida y en ese momento le pareció oportuno explicármelo.

Todos los miércoles iba a comer a casa de mis abuelos y, después de la comida, nos quedábamos muchas veces aún sentados en la mesa del comedor para charlar.

Allí estábamos aquel día los dos sentados en la mesa, recién habiendo comido un mediodía de miércoles cualquiera.

- ¿Sabes que dentro de poco hará 50 años que llegamos a Cataluña?
- Ah, ¿si? Pues no, no sabía que hubiese sido hace tanto tiempo.
- Pues sí, en unos pocos meses. Llegamos en coche. ¿Te he contado alguna vez la historia?
- No.
- ¿Tienes tiempo o te tienes que marchar a trabajar?
- No, todavía me queda algo de tiempo antes de marcharme.

Mis abuelos vivían con sus tres hijos en la pequeña población de Montalbán. Un pequeño pueblo andaluz de la provincia de Córdoba. No se podría decir que era una persona rica, pero sí que estaba bien posicionado en el pueblo. Tenía tierras, las cuales cultivaba y eso lo hacía ser una persona de buena posición y consideración.

Un buen día, probablemente después de otro madrugón más o de haber pasado el día entero trabajando bajo el sol, se preguntó si esa era la vida que quería para sus hijos. El más pequeño (mi tío) de un año aproximadamente, la mediana (mi madre) de unos tres años y la mayor (mi tía) de unos seis años. Se proyectó en el futuro, miró cómo podría ser un futuro sin moverse de Montalbán y vio que el campo no era la vida que quería para el futuro de sus hijos. Así que decidió partir.

Estuvo probando diferentes lugares y trabajos, para ver cuál le gustaba más, dónde veía mejor su futuro. Estuvo en Asturias, estuvo en Madrid, estuvo en Francia y no recuerdo si en otros lugares. Nada de lo que veía le convencía, hasta que un día dejó caer sus huesos por Rubí, en la provincia de Barcelona.

Allí conocía a gente. Conoció al jefe de una fábrica textil que le ofrecía un buen trabajo. Encontró una vivienda donde podrían vivir. Todo le cuadró, todo le convenció. Por lo que volvió para su Montalbán natal con las buenas noticias. Vendió tierras, hizo maletas y cogió a toda la familia para recorrer en coche los más de mil kilómetros que separaban Montalbán de Rubí.

Probablemente fue un sueño, probablemente fue una visión, probablemente las ansias de una vida mejor. Pero lo cierto es que dejó atrás una vida relativamente acomodada en busca de un objetivo. Lo dejó todo, lo vendió todo para empezar una nueva vida en un nuevo lugar.

Me he preguntado muchas veces qué hubiese pasado si hubiese tomado otra decisión. ¿y si se hubiese quedado en su vida acomodada en Montalbán? ¿y si se hubiese ido a Francia? Nunca lo sabremos (¿o sí?). Sólo sé seguro que para mí es uno de los muchos ejemplos de gente que persigue un deseo o un sueño, sin dejarse llevar por la comodidad de lo conocido. Gente que, cada vez más frecuentemente, son menos comunes y se convierten en una especie de héroes anónimos terrenales, sin capas, ni máscaras.



Esta es una historia que tuve que explicar recientemente en un curso de "Storytelling" al que asistí. Teníamos que explicar una historia al resto de los asistentes y, sin nada preparado, improvisé ésta en el último momento. Todo es cierto, salvo algunas incorrecciones debido a mi, en varias ocasiones, mala memoria :-)

Mientras la explicaba me sonó con fuerza el trasfondo de la misma y me di cuenta que como sociedad nos estamos acomodando demasiado y pensé que a veces deberíamos aprender de aquellas personas que toman decisiones arriesgadas, saliendo de su comodidad, de lo conocido. Sólo por perseguir un sueño u otro tipo de vida deseado. Que saben, en un momento dado, pegar un (pequeño) cambio en sus vidas, sin dejarse llevar por la corriente, sin continuar haciendo lo que llevan años haciendo, aunque en un primer momento no les satisfaga, sientan miedo o dé los resultados esperados. Pequeños héroes anónimos que no llevan capa, ni máscaras, pero en los que deberíamos fijarnos y aprender más de ellos.

Este es un caso, pero hay muchos más. En la medida de lo que pueda y me acuerde, intentaré escribir más historias como ésta.

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