Vivimos en un país cuya sociedad tiene una mentalidad funcionaria y cuya máxima es "más vale malo conocido que bueno por conocer", lo cual provoca que seamos una sociedad muy cómoda y con miedo al cambio. Pero la vida, de por sí, es un contínuo cambio. No paramos de cambiar físicamente, ni psicológicamente, cambiamos de amigos y cambia la propia sociedad. Pero aún así, tenemos miedo al cambio.
A pesar de no estar a gusto profesionalmente o querer progresar en nuestra carrera, nos da miedo cambiar, porque ya conocemos lo que tenemos y no sabemos lo que nos deparará el futuro. A pesar de poder estar pasando una mala racha personal, nos da miedo cambiar. Tenemos miedo a lo desconocido y a lo que nos pueda deparar el futuro. He vivido de forma directa y de forma indirecta lo que puede provocar el no querer cambiar por miedo.
Preferimos los problemas que nos pueden acarrear el aceptar lo malo conocido que las soluciones que nos puede adoptar lo bueno por conocer. Pero tenemos que ser más valientes y aceptar que, cuando el presente no es como nos gusta o como nos esperábamos, hay que cambiar, hay que dar un paso al frente y aceptar que nuestro entorno y nuestra vida cambia y tenemos que cambiar con ellos. Cambiar de trabajo, de profesión o, incluso, de personalidad o de seres queridos. Aunque es muy difícil ponerlo en práctica, como digo yo siempre: Mejor arrepentirse por haberlo hecho, que por no haber hecho nada.